Desde hace ya un par de lustros, la concepción de política pública cultural ha ido encarnando en el imaginario social como una más de las acciones gubernamentales de una gestión estatal. Así como hay un área de economía, otra de salud y otra de obras públicas, hay una idea afianzada que señala el deber del Estado de ocuparse de la cosa pública referida al ámbito de la producción, circulación y consumo de los bienes culturales y del patrimonio material e inmaterial de una sociedad. Y de la necesidad de abrir el juego no sólo a los actores involucrados en la producción sino al público general, destinatario final de la creación artística.
Iríamos aún mas lejos y sería más correcto señalar que, como construcción colectiva, es necesario abordar a la cultura como las dos caras de una moneda: es inseparable la producción de su consumo, la una determina y se alimenta con la otra y viceversa. La cultura es un producto de elaboración colectiva en el que se define la identidad de los integrantes de una sociedad, con sus tensiones, fricciones y contradicciones.
Compartimos con ustedes este documento de la FGA en el que el Licenciado Daniel Mapelli propone una herramienta para la democratización de la producción y el acceso a los bienes culturales. Para acceder, leer y compartir el documento: click aqui.