La Directora General de Recursos de la Seguridad Social de la AFIP y ex Ministra de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires repasa los vaivenes de la situación del empleo en nuestro país y arriesga definiciones sobre las iniciativas que deberían potenciar su desarrollo.
Entrevista: Emiliano Bisaro.
– ¿Cuál es tu lectura de las dimensiones y las características del trabajo no registrado?
– El trabajo no registrado tiene un carácter heterogéneo. A mi entender hay tres grandes grupos. Un gran grupo que incluye trabajadores en relación de dependencia en empresas que tienen buenos niveles de rentabilidad y que no obstante evaden la normativa, y este grupo incluye a grandes pero también a pequeñas y medianas empresas, de diversas formas: con empleo no registrado a secas, con subcontrataciones, con falsas cooperativas, con falsas relaciones independientes. Luego hay un grupo de trabajadores con dependencia pero en actividades de subsistencia. Hablamos de actividades más marginales. Por último un grupo de independientes, pero acá hay que tener mucho cuidado con que no haya un «patrón oculto», donde tenés gente que no aporta o aporta de menos pudiendo hacerlo y gente en situación más marginal. Ahora, que sean grupos heterogéneos no significa que haya que tener miles de sistemas o tratamientos. Yo soy de la idea de tener un solo sistema de aportes y contribuciones lo más simple posible. A quienes pueden pagarlo y no lo hacen, hay que caerles con todo el peso de la fiscalización. Quienes realmente no pueden, hay que ayudarlos a que su medio de subsistencia se convierta en algo lo suficientemente rentable. Con política productiva, con política de demanda, con política de crédito. Pero nuestra tarea como Estado es que los trabajadores tengan los mismos derechos no importa donde trabajen. Y es muy difícil garantizar eso si no mantenemos las mismas obligaciones para los empleadores.
– ¿Qué dinámicas explican el fenómeno creciente del trabajo no registrado?
– Primero hay que aclarar que el empleo registrado viene creciendo a buen ritmo. Porque, si no, parece que solo crece el empleo no registrado. En agosto, en AFIP tuvimos un aumento anual en los puestos del sector privado de 5,2%, que es una tasa alta en términos históricos, bien por encima del crecimiento poblacional. Estos datos no se vieron reflejados en la última encuesta de hogares, no se bien por qué. Ahora bien, de cualquier forma esto no alcanza, y creo que tiene que ver también con la caída de los ingresos reales. Esto hace que hoy tengamos más gente buscando trabajo. Y como hay actividad económica, hay posibilidades y se auto generan empleos, aunque parte en el sector no registrado. Algunos de estos empleos son más de subsistencia, hay que buscarlos y llevarlos a que se inscriban en los distintos regímenes. Pero también creo que hubo un relajamiento en la post pandemia por parte de algunos empleadores. Estamos trabajando para revertirlo, porque hubo montones de ayudas, ayuda para el pago de salarios, créditos, moratorias. No es excusa la pandemia para no registrar. Por eso estamos saliendo de manera permanente y además, comunicando que la AFIP está en la calle.
– Desde algunos sectores del gobierno se plantea que el trabajo no registrado es un fenómeno estructural, no deseable pero irreversible. ¿Qué pensás de este enfoque?
– Creo que hubo un quiebre estructural que comenzó a mediados de los 70 y que se consolidó en los 90 y que destrozó nuestra matriz productiva. Ese quiebre fue a nivel local pero también mundial. Se destruyeron capacidades, materiales y humanas. En los 2.000 pudimos revertir una parte pero quedó otro tanto pendiente. Ahora, si no vamos por un cambio estructural en contrario, que permita a todos tener los mismos derechos, no sé para qué hacemos política. El Estado es una herramienta de desarrollo, no solo de redistribución. Argentina tiene un montón de potencialidades, si usa inteligentemente a su Estado para potenciar desarrollos clave e interceder en la distribución de lo que se genera. Necesitamos crecer, necesitamos innovar, necesitamos distribuir. Todo al mismo tiempo, porque eso se retroalimenta. Si yo doy solo cursos de oficios, pero no hay demanda y por lo tanto no se generan nuevos puestos, no sirve de nada. Si esos puestos no pagan un sueldo que permita vivir, no vas a encontrar trabajadores ni quién te compre lo que producís. El capitalismo es una fuerza innovadora, de permanente mejora y evolución, pero hay que estarle encima. Es tramposa. No hay que caer en esas trampas. Están los que dicen que se acabó el trabajo asalariado. Yo creo que estamos muy lejos del fin del trabajo asalariado. Mirá la paradoja de las plataformas de reparto. Resulta que hay una aplicación que hace mucho más eficiente el negocio.
¿Cómo puede eso redundar en menos derechos para los laburantes? ¡Es al revés! Habrá que pelear por la distribución. Si resulta que, por la tecnología, los avances, se necesita menos mano de obra para producir lo mismo, bueno, mejor, trabajemos menos horas, trabajemos mejor. También, están los que dicen que después de muchos años, las capacidades, en particular de las personas, no son recuperables. Descreo de esta visión también. Creo firmemente que todos los que habitan este suelo tienen mucho para dar. En todo caso, como Estado no hemos podido llegar con políticas, de salud, de educación y tenemos que hacerlo. Coincido que no se hace de un día para el otro. Coincido también en que el mundo no es más el de principios de los 70. Hay que buscar nuevas formas. Pero se tiene que hacer. Y tampoco estoy de acuerdo con el tamaño de este problema estructural. Hay mucho de evasión, hay mucho de ideológico también, gente que no paga y ya. Hay mucho por hacer en materia de fiscalización.
– ¿Qué herramientas posee el Estado para revertir la situación?
– Bueno, primero, eso, fiscalización para registrar lo que no está registrado. Hay que simplificar y facilitar también, tiene que ser fácil estar en regla. Y hay que crecer, innovar y distribuir para generar más puestos.
– ¿Qué objetivos se plantean en particular desde tu Dirección?
– Primero, presencia. Tiene que ser la norma para el 100% pagar aportes y contribuciones, en tiempo y forma. Hay que generar percepción de riesgo. Segundo, presencia en todos los sectores. Hago hincapié en esto, porque al estar en AFIP, a veces hay un sesgo hacia la relevancia fiscal. Pero Seguridad Social no es solo recaudación. Una trabajadora de casas particulares, en términos fiscales, son $4.000 al mes. Pero esa trabajadora probablemente esté en una situación mucho más vulnerable que quizás, un trabajador cuyos aportes y contribuciones son cuatro, cinco veces más. Hay que ir a todo. Tercero, facilidades. La norma, los sistemas, tienen que ser simples. No es fácil, porque a veces son temas complejos, pero tenemos que hacer las cosas lo más simple posible. Último, federalismo. Hay una gran deuda en Seguridad Social de AFIP en tener equipos dedicados exclusivamente al área en el interior del país. Carlos Castagneto comenzó a implementar un cambio en este sentido, que tenemos el desafío de terminar de llevar a la práctica y profundizar.
– ¿Cuáles son las posibilidades de articulación con los sindicatos para trabajar esta problemática en general y en el ámbito de su representación en particular?
– Veo mucha posibilidad de articulación. Detrás de la evasión al pago de aportes y contribuciones hay una violación a los derechos laborales. También hay una pérdida para las obras sociales. Estamos en el mismo camino y objetivo. Creo que los sindicatos no han tomado aún conciencia de lo importante que es la articulación con este organismo. Y desde el organismo también hay que buscar mecanismos para generar una sinergia conjunta, porque hasta ahora es algo que no se trabajó, y hay que pensar los mecanismos institucionales para hacerlo, dentro de las competencias que cada uno tiene.