La eterna sospecha sobre el empleo público

Dic 28, 2024

Introducción

Javier Milei ganó las elecciones pregonando una lucha contra “la casta”, la que, en el relato del libertario, se identifica no sólo como responsable de la complicada coyuntura económica actual, sino de una decadencia nacional que tiene su origen hace un siglo atrás. Esta conceptualización del problema argentino resultó no sólo relativamente novedosa, sino que además demostró ser muy potente, ya que permite asignarle a un grupo relativamente pequeño de personas la responsabilidad de todo lo que afecta al conjunto. 

Al mismo tiempo, se trata de una idea imprecisa y flexible: cualquiera puede ser casta, no solo los dirigentes políticos. Esto que a priori podría ser una falencia argumentativa, termina siendo muy poderoso, porque dicha imprecisión permite al emisor del mensaje, en este caso Milei, ir modificando en el tiempo el conjunto englobado dentro de “la casta”. Así, personas y colectivos sociales entran y salen de “la casta” según las necesidades del momento. Pero, además, esa imprecisión le permite al receptor del mensaje llenar el conjunto vacío de “la casta” con sus propios prejuicios y convicciones.

Ahora bien, lo que durante la campaña eran recursos retóricos, una vez asumido el Gobierno empieza a tener un carácter concreto, a través de políticas públicas que afectan a personas y grupos específicos. Una vez más, en este sendero aparece en el foco la obsesión por los trabajadores y las trabajadoras del Estado, entre otros grupos apuntados por el oficialismo.

A diferencia de la idea de casta, el señalamiento sobre las y los trabajadores estatales no es novedoso. Hace tiempo se impulsa el relato de que hay millones de personas que viven parasitariamente del Estado y que todas ellas deben su puesto de trabajo al favor de un político de turno. La realidad, sin embargo, se empeña en ser sistemáticamente más compleja. 

El macrismo también hizo campaña afirmando que eliminarían a los “ñoquis” y a “la grasa militante” y creó el Ministerio de Modernización con el objetivo de reformar la estructura del Estado. 

De todas formas, hay un cambio de naturaleza en la forma en que Milei habita el Estado, respecto de estas experiencias anteriores. Cambiemos, la Alianza y, anteriormente, el menemismo poseían un enfoque de reducción del Estado para hacerlo más “eficiente” desde la perspectiva del ahorro del gasto. Milei no es una expresión aumentada de estas posiciones; por el contrario, configura algo distinto. No es un cambio de cantidad, sino que es una calidad distinta: él no está motivado solamente porque el Estado sea más chico o gaste menos. En su perspectiva, la sociedad no requiere la existencia estatal.

Texto completo: La eterna sospecha sobre el empleo público