“Hay que reducir la jornada laboral y repartir las horas entre más trabajadores”

Jun 2, 2021

El secretario general de Metrodelegados, Roberto Pianelli, defendió la necesidad de reducir la jornada laboral en todos los sectores de la economía: para que los trabajadores tengan más tiempo libre, bajar los niveles de estrés, mejorar el tránsito y reducir la contaminación y garantizar el pleno empleo. “La solución de fondo es que trabajemos menos para que trabajemos todos”, propuso. En el siguiente texto compartimos su exposición en el conversatorio “Crisis y políticas laborales”, organizado por la Fundación Germán Abdala.

Es muy importante abrir este tipo de debates y más entre compañeros que venimos dando una dura pelea desde hace muchos años contra el neoliberalismo y planteando una mirada de la sociedad más justa una sociedad más igualitaria. 

Nosotros surgimos en la escena sindical y política planteando la reducción de la jornada laboral en el año 94, en el auge del segundo neoliberalismo, en los ‘90. Nuestro sector tuvo un duro golpe, que fue no solamente la concesión del servicio de subterráneos a una empresa privada, sino que con esa concepción vino de la mano toda la lógica neoliberal: se aumentó la jornada laboral -pasamos de trabajar seis horas a trabajar ocho; se redujeron los salarios. Cuando entré ya al subterráneo se vivía esa situación, pero quedaba esa memoria histórica de la necesidad de reducir la jornada, en nuestro caso específico por la insalubridad. 

En los 2000, en la última etapa del gobierno de De La Rúa y con la asunción del gobierno de Néstor Kirchner dimos esa pelea y efectivamente lo conseguimos: en el año 2004 logramos reducir la jornada laboral a seis horas. Hoy nosotros trabajamos 36 horas semanales y con la apertura de las paritarias que fueron interrumpidas hasta el día de la fecha -quizás uno de los hechos históricos más importantes impuesto por el kirchnerismo- logramos también recuperar el salario que se había denigrado en toda la década del 90.

Cuando nosotros estábamos dando esta pelea era el momento donde en general la clase trabajadora vivía haciendo horas extras. Todo el mundo decía “están locos quieren reducir la jornada, la gente lo que quiere es trabajar más no menos”. 

Aparte de ser una pelea en base a la necesidad de salubridad, en base a seguridad, era fundamentalmente contra cultural, por los paradigmas establecidos en la década del 90, que era “trabajemos 12-14 horas”. Esa era la manera que el neoliberalismo plantea como progreso.

Ya en los años 97, 98, en 2006, 2008 había un movimiento por la reducción de la jornada. Empezamos a estudiar los fenómenos que se habían desarrollado en Francia, con las 35 horas semanales, y a partir de ahí nos metimos de cabeza en este tema. Es un tema que tiene una vigencia hoy fundamental. Quizás en la Argentina no tiene la dimensión que sí está teniendo en Europa, que es muy importante 

Hace tiempo que venimos escribiendo venimos tratando de formar opinión planteando que desde hace más de 50 años ha habido un gran desarrollo de las fuerzas productivas, se ha dado un salto gigantesco con las tecnologías y con las técnicas de producción, no solamente en la producción de la mercancías también en los servicios. Uno a simple vista se da cuenta que se necesita menos horas de trabajo. 

Lo que genera el neoliberalismo es que se concentren en muy pocos trabajadores que trabajan jornadas extensas mientras que expulsa del mercado laboral a millones y millones de seres humanos. Hay teorías que dicen que nunca más van a ingresar a la producción, nunca más van a ingresar al mercado laboral. Nosotros lo vemos positivo, como un paliativo, pero lo que hay que discutir es el sistema productivo y cuánto es la jornada que de verdad necesitamos trabajar 

La contracara de esto es la concentración de la riqueza aquellos que se apropian de ese salto en el desarrollo de las técnicas y de las tecnologías. La riqueza producida por el capital y el trabajo es apropiada por el capital, para el trabajo queda muy poco, con jornadas extensas que generan más estrés, más enfermedades, más aglomeraciones en las grandes ciudades, más problemas de tráfico del tránsito. 

Es imperioso, y más con la pandemia rediscutir la necesidad de reducir la jornada laboral, como lo está haciendo Europa. España es el mejor ejemplo: ahora se entra en una prueba piloto de reducir la semana laboral a cuatro días, es decir a 32 horas. Ya no son las 35 que se hablaba en Francia, sino tener una semana cortada de cuatro días. Esto reduciría no solamente el tránsito, la quema de combustible, sino que aparte se ganaría tiempo para mejorar en los niveles de estrés con los que se vive en las grandes ciudades y para repartir esas horas de trabajo entre más trabajadores.

Para discutir esto lo que hay que discutir es ese pacto social que en algún momento se generó en el mundo, cuando se habló de las 8, 8 y 8: ocho para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para la recreación.

El neoliberalismo violento ese acuerdo. Primero porque ya no son ocho horas para el trabajo, son doce en muchos casos. En otros casos, expulsa -como una vez le dije a un viejo dirigente sindical: “hay algo peor que no ser explotado, que no te exploten”-. Miles de ciudadanos piden por favor e ingresar al mercado laboral. Hoy se ven imposibilitados porque esas horas de trabajo están aglomeradas en un punto, en un pequeño grupo. Hay que rediscutir ese pacto social violentado.

En los paradigmas establecidos en la sociedad si un trabajador quiere ganar lo más que pueda es un vago; si lo hace el empresario, es un empresario exitoso. Esa doble vara que estableció el neoliberalismo hay que discutirla, hay que debatirla, hay que problematizarla. Hay que desterrar esos paradigmas. 

Hoy no es necesario ni siquiera trabajar ocho horas cinco días por semana. La jornada se estableció en seis días por semana, hay que reducir esa jornada: o seis horas; o como en el caso de España, ocho horas, cuatro días. Hay que discutir esto para que podamos trabajar menos, tener más tiempo para la recreación para el cultivo personal, para mejorarnos, para hacer cada vez más, desarrollarnos creativamente, poder compartir más tiempo con las familias, descansar más, rendir más y ser más productivos también para el conjunto de la sociedad.

Un trabajador que trabaja doce horas trabaja enajenado y el que no trabaja tiene un desorden social, aparte del económico, que no solamente se resolvería como intentamos a través del IFE, a través de la asignación universal. Uno trata de buscar balancear pero esa no es la solución de fondo, la solución de fondo es que trabajemos menos para que trabajemos todos. 

En la argentina tenemos un debate que ya no le podemos esquivar, en otros casos somos pioneros, tenemos muchas virtudes, pero en este caso estamos atrasados. Es el único país en América Latina -junto con Colombia- que tiene una jornada legal de ocho horas y eso hay que modificarlo. 

Lo que tenemos que hacer desde las organizaciones sindicales es plantear este debate como un programa de acción, es necesario que las organizaciones sindicales empecemos a llevar muy fuertemente la necesidad de, primero, que a nivel nacional se acote la jornada legal, que pase a 40 o a 36, en el mejor de los casos, 32. Sabiendo las dificultades con las que vivimos en Argentina, que no es una cosa de un día para el otro, es todo un proceso. La perspectiva tiene que ser acortar las jornadas laborales para que haya más empleo y para acomodarnos a ese desarrollo que ha tenido la ciencia la tecnología y las técnicas con las que se producen no solamente las mercancías sino también los servicios.

En nuestra CTA, donde participamos, es uno de los puntos centrales del programa la reducción de la jornada laboral, pero no alcanza solamente con plantearlo en un programa. Hay que hacer campaña, hay que dar este debate, hay que llevarlo a todos lados, para desterrar fundamentalmente de la cabeza de esta sociedad que no es que se salvan individualmente porque trabajan 8 horas, no te salvas ni siquiera individualmente, lo que hace es desperdiciar tu vida. Te enajenás de la vida familiar, la vida social la vida cultural y esa no es una vida digna de ser vivida. Necesitamos, con los desarrollos que ha habido en el mundo, discutir una sociedad más justa. Para eso uno de los puntos centrales para discutir es el tiempo de trabajo.