“Necesitamos un shock de generación de empleo para recomponer el consumo”

Ago 25, 2021

El diputado nacional y secretario general de la CTA, Hugo Yasky, participó del tercer conversatorio “Crisis y políticas laborales”, organizado por la Fundación Germán Abdala, en que planteó la necesidad de invertir recursos estatales en la creación de empleos. También se posicionó a favor de discutir la reducción de la jornada laboral para reducir la combustión, el gasto de energía, la circulación de la gente y generar “una vida menos alienada” para las y los trabajadores. 

En el siguiente texto compartimos su exposición completa:

 

Está claro que hablamos de dos contextos económicos absolutamente distintos. Hoy el contexto económico de la Argentina es un contexto recesivo, con desaparición de unas 30 mil empresas pymes durante los cuatro años del gobierno del macrismo y lo que llevamos de pandemia. Es decir que la crisis que teníamos ya, producto de cuatro años de un experimento neoliberal que significó recesión, pobreza, desocupación, se agravó todavía más con la realidad de un país que ha tenido que soportar esta pandemia en las condiciones que lo hemos hecho nosotros. Porque Argentina tiene su mapa laboral partido al medio, entre trabajadores formales con convenio y trabajadores informales. Hoy, incluso, tenemos un poco más de trabajadores en la informalidad que en la formalidad. Esta es la realidad en nuestro país en este momento. Dentro de eso, una desocupación real del 11% que está encubierta, porque hoy hay gente que perdió el empleo y ya no sale a buscarlo, y eso en la estadística aparece como un trabajador inactivo y en realidad es un desocupado. Contando a esos estaríamos en un 15% de desocupación, una desocupación que afecta particularmente a los jóvenes y a las mujeres, el rasgo común en todas partes del mundo.

Cuando hablamos de la reducción de la jornada laboral en Argentina partimos de un punto que es la jornada laboral más extensa, la que hace 101 años definió la OIT como el derecho de los trabajadores; una jornada con una carga horaria de 48 horas semanales, que es la que rige actualmente en nuestro país. Desde entonces no se modificó nunca

Hay países como Chile que han iniciado un proceso gradual de reducción de la jornada, hoy están llegando a 45 horas y aparentemente funciona bien, hasta ahora no han tenido demasiados problemas.

Lo más atractivo y lo que tiene esa capacidad de conectar con el sentido común de la sociedad es debatir la reducción de un día de trabajo, eso de pronto nos plantea un escenario más disruptivo, un escenario de cambio más profundo que nos permitiría discutir otras cuestiones, no solamente el tema laboral, sino la posibilidad de generar más empleo, la posibilidad de distribuir mejor, este bien escaso en muchos de los países del mundo, yo diría en la mayoría, y particularmente en países como el nuestro, que han tenido una profunda crisis.

Hablar de esto es hablar casi del origen del sindicalismo. Todos sabemos, cada vez que conmemoramos el 1 de mayo, que el sindicalismo nació, por lo menos el sindicalismo como lo conocemos actualmente, luchando por la jornada laboral de 8 horas. Una lucha que marcó a fuego la historia del movimiento sindical. Estamos cerca del momento en que empecemos a discutir la jornada laboral de cuatro días, que tendría que ser una iniciativa global. Tendríamos que plantearnos desde la Confederación Sindical Internacional, que es la que agrupa todas las centrales sindicales del mundo, una meta a lograr, con gradualidad, que permita discutir esto en todo el mundo.

La deslocalización del capital que padecemos y que conocemos, es decir, la búsqueda de empresas que se van desplazando de un lugar a otro del planeta o que la propia cadena de valor de producción de un par de zapatillas terminan haciendo la suela en Vietnam y terminando de armar las zapatillas en México, haría muy difícil sostener la reducción de la jornada laboral. Sobre todo hablando de reducción de un día en un determinado país y en otro no, porque el empresariado el argumento que tiene para extorsionar a los trabajadores con la baja en la quita de derechos en países como el nuestro es amenazarlos con la salida de la empresa.

Hemos visto toda la propaganda mediática de la derecha haciendo la lista de las empresas que desde la asunción del gobierno de Alberto Fernández decidieron irse de la Argentina, que la verdad que no son tantas, pero bueno ha habido una intensa propaganda.

Por ejemplo, Falabella que ahora se está yendo. Fueron meses y meses de anunciar el retiro. Y la supuesta lluvia de inversiones que anunciaba el presidente Macri cuando bajaba el costo salarial que iba a producir la búsqueda desesperada de empresas que iban a venir a la Argentina tampoco se produjo, lo cual nos permite relativizar esto. Hay mucho más de discurso, de intento de deslegitimar cualquier política que consista en sostener derechos laborales, incluso la explicación que le da a la derecha al fenómeno de la informalidad de Argentina va por ahí. Nos dicen: “si ustedes aceptaran una reforma laboral como han aceptado en otras partes desde el movimiento sindical no habría la mitad de los trabajadores en la informalidad”. Esto en la práctica nunca se pudo cumplir, pero son los argumentos contra los cuales vamos a tener que enfrentarnos cuando avancemos en la instalación de la propuesta de la reducción de la jornada laboral.

El proyecto que presenté, y que está acompañado por la firma de otros diputados y diputadas, plantea reducir la jornada, la acumulación horaria, de 48 a 40 horas semanales, tratar de poner en línea con lo que es la jornada laboral de la mayor parte de los países, por ejemplo de la OCDE. La mayoría tiene una jornada laboral que se acerca más a las 40 horas. En América Latina creo que Argentina y México son los únicos dos países que todavía tienen una jornada laboral de 48 horas. Lo conversé con el Ministro de Trabajo y él me planteó que en un momento como el que estamos viviendo sería sumamente problemático avanzar con una propuesta como ésta, que lo primero que plantearían los grupos empresarios sería condicionar la posibilidad de aceptar eso a una reducción del salario. Haciendo las cuentas rápidamente, esta reducción horaria correspondería a un achicamiento equivalente al 20% de la jornada laboral. 

Hay algunos elementos que permitirían sostener, con mucho fundamento, la posibilidad de reducir la jornada de 48 a 40 horas sin reducir el 20%, sin reducir salarios. Justamente, lo que perdimos en el acumulado de 4 años salarialmente durante el macrismo fue el 20%. La clase trabajadora promedio perdió 20 puntos de poder adquisitivo, ahora vamos hacia una pérdida todavía mayor, un punto y medio más, dos puntos, producto de las condiciones del año de pandemia en los que el salario cayó un punto y medio producto también de los aumentos de precio, de la inflación, sobre todo en la canasta alimenticia.

Perdimos 20 puntos, reduciríamos el 20% la jornada laboral. Cuando lo discutimos en la comisión de trabajo del Partido Justicialista, que tuvo mucho apoyo, Lucio Garzón Maceda, un viejo maestro del laboralismo en la Argentina, apoyó con mucho entusiasmo esto. Dijo: “bueno, sería una forma, si no hay posibilidad de recuperar salarios, sería una forma de hacerlo por esta vía”. Es cierto que esto nos enfrentaría a un problema, que los grupos empresarios trataran de ajustar la reducción de la jornada laboral a las discusiones paritarias, porque esto entraría en la mesa.

La primera debilidad que tenemos es que no nos podemos movilizar. Ese es un factor importante en un país como el nuestro. La desmovilización de la fuerza sindical… que fue tan importante para enfrentar al gobierno de Mauricio Macri durante cuatro años. Es verdad que no todos los sectores lo hicieron, pero nosotros estuvimos en la calle juntos con otros compañeros de la CGT, de algunos sectores internos de la CGT y eso hizo la diferencia. No tener esa herramienta nos dificulta. 

Nos dificulta también el hecho de que estamos sosteniendo con bastante dificultad el decreto que suspende los despidos, pero se está prolongando todos los meses y hay constantemente una pulseada invisible entre los empresarios que están pidiendo ser liberados de ese decreto y los sindicatos que estamos diciendo “si no prorrogamos un mes más, empezamos a tener más despidos de inmediato”.

En este contexto, con una economía en recesión y una caída muy grande de la productividad, que es el otro problema que tiene la economía argentina, salvo algunas empresas que están muy tecnificadas y que no tienen casi en este momento contratación de trabajadores, en general tenemos una caída grande de la productividad. Con lo cual el escenario es un escenario adverso. 

De todas formas, creo que no pensando en la reducción de un día, que yo creo que es el escenario por el que tendríamos que salir de esta crisis en la que estamos inmersos, lo explicaba muy bien el compañero Héctor (Tejero), todas las razones explican con una lógica implacable la conveniencia de la reducción de la combustión, del gasto de energía, de circulación de la gente, etcétera. Sin hablar de lo que significa para tener una vida menos alienada

Todo eso es un componente que en una economía que esté bien parada, que esté funcionando, incluso puede significar mejores niveles de productividad, no tengo duda de que esto se podría verificar, que no es el caso del contexto en el que nosotros vamos a discutir.

Incluso pensando en la pandemia y la necesidad de bajar la circulación, sería una medida muy inteligente reducir un día la jornada laboral, como una medida extraordinaria, aun cuando pase la pandemia esa medida quedara sin efecto. Nos permitiría incluso hacer una especie de ensayo de funcionamiento de la economía con un día menos de circulación. Estamos hablando del período de intermitencia, con parálisis intermitentes, como la que supuestamente se va a empezar a aplicar durante los fines de semana. Sería muy viable y se lo vamos a proponer al presidente Alberto Fernández y al Ministro de Trabajo. Pensar, hasta que salgamos de la pandemia, de una semana laboral de cuatro días, con las excepciones que planteen, porque es verdad que tenemos que contemplar la situación de las empresas que tienen, por ejemplo, algún tipo de compromiso con el público. Pero es verdad que en un esquema extraordinario de pandemia hemos estado con períodos de nueve días, de seis días, de manera tal que eso sería absolutamente viable.

En términos de países desarrollados que han logrado reducir de manera importante la jornada laboral tenemos naciones como Australia, China, Francia, Italia, Israel, Japón, Rusia, la experiencia que están haciendo los compañeros de España, tenemos países de América Latina que ya antes que nosotros la redujeron. Dentro de esos países, Chile y Venezuela son dos casos que en este momento lograron esa reducción. 

Las ventajas que nosotros encontramos las definió muy bien el compañero Héctor, acabamos de hacer un plenario nacional de la mesa nacional de la CTA. Tenemos el gravísimo problema de la recesión económica, de la continuidad de la destrucción de empleo y justamente lo que vamos a proponer es una medida que, planteada hoy en el mismo plano que una reducción de jornada laboral, generaría algunos ruidos. Vamos a proponer la necesidad de encarar con fondos públicos un plan de empleo que mueva realmente la aguja de la economía en la Argentina, que permita reactivar el consumo, que le permita acceder a un ingreso mensual a aquellos argentinos y argentinas que hoy no tienen directamente la posibilidad de comer, o que comen mal o salteado. 

A aquellos que cuando reciban la posibilidad de un empleo remunerado -aunque sea con un valor de retribución como la del salario mínimo- todo eso se va a volcar al consumo, nada va a ir a la compra de dólares ni a otra cosa que no sea la reactivación del mercado interno. Estamos en una coyuntura en la que necesitamos que la economía se reactive. Es casi imposible poder avanzar con una discusión de reducción de la jornada laboral en una economía que está no solamente en recesión, que ya arrastra casi siete años consecutivos de una recesión profunda, y que arrastra casi una década de caída de la actividad industrial. Esta es la realidad que tenemos en la Argentina, donde la crisis del 2008 y posteriores fueron  golpeando particularmente.

Vamos a seguir sosteniendo este proyecto, vamos a dar prioridad ahora a la necesidad de la recomposición de los salarios en el sector público y privado. Necesitamos que se recompongan los salarios, la pauta inflacionaria del 29% está superada, el aumento a los empleados legislativos del 40% marca de alguna manera un horizonte distinto que el que se marcó con la discusión del 35%. El sindicato de camioneros está en una pauta salarial del 45%, es decir, en lo inmediato tenemos un escenario de demanda, de reclamo de recomposición salarial, de generación de empleo y el tema de la reducción de jornada es una demanda que la vamos a sostener, pero en este marco en el que las prioridades hoy pasan por otro lado.

Algo que no es menor: si no se modificara nada en la discusión con el FMI -ahora estamos discutiendo- el próximo año tendríamos que pagar 19.000 millones de dólares. Tendríamos que pensar que desde nuestro presupuesto eso es un imposible absoluto, pero esto es lo que dejó el gobierno anterior. El año que viene el compromiso de la Argentina, porque después la derecha dice que somos ‘defaulteadores’ seriales, lo que dejó la derecha para los argentinos para el año que viene son 19.000 millones de dólares de compromiso pago cash, o sea, tendríamos que estar poniendo de todos los argentinos del presupuesto 19.000 millones de dólares. Para que tengan una idea, el aporte solidario de las grandes fortunas logramos que fuera de 200 millones de dólares. Con ese aporte. que costó muchísimo que se hiciera: 200 millones de dólares contra 19.000 millones que tendríamos que pagar el próximo año. Estamos hablando de los recursos con los que cuenta el Estado.

Contra todos los pronósticos y contra todos los discursos de los medios de derecha y compañía se recaudó bastante bien, mucho más de lo que se pensaba. Clarín decía que el 10% se iba recaudar. Vamos a estar rápidamente en un 70% de recaudación. Esos fondos ya se están girando, se están repartiendo, se están destinando a los fines específicos que marcó la ley: una parte va para becas progresar y la adquisición de las computadoras para los chicos, otra parte va para equipamiento hospitalario, otra parte para la construcción de viviendas en los barrios populares, para la exploración gasífera. 

Eso ya se está repartiendo y funcionó bien, lo cual demuestra que el tema de la justicia tributaria es una agenda en la que tenemos que persistir, porque se trata de redistribuir la renta. El esquema que pretende imponer la derecha es que eso se va a producir por derrame, que el propio mercado se encargue de garantizar, que la Argentina encuentre en la exportación de soja, en Vaca Muerta, con las actividades extractivas, una forma de generar riqueza, que si el Estado da un paso atrás eso va a derramar para generar inversiones, empleo. Es decir, se va a restituir la salud de la economía simplemente a través de llenar la copa y que se derrame. Todo eso sabemos que es mentira, de la a a la z, porque nunca sucedió. Nunca lo vimos, nunca lo pudimos comprobar empíricamente, nunca pasó, siempre fue una historia que nos contaban para postergar las demandas, para aceptar la penuria, para imaginar que lo bueno iba a venir cuando la copa, se derramara; bueno, la copa cuando se derramó lo hizo en paraísos fiscales y nosotros vimos pasar el chorro por arriba o nos enteramos muchos después de que se produjeran los derrames, cuando había caído en las Islas Caimán, en algún distrito de Estados Unidos, etcétera.

Por eso necesitamos que haya justicia tributaria, para que el Estado cuente con recursos. Necesitamos un Estado presente. Si algo nos enseña la pandemia en la primera ola, en la segunda, en la tercera y en la que venga, es que no tener sistema de salud, que no tener trabajadores de la salud y del sector público en condiciones, que no tener desarrollo de la ciencia y la tecnología, nos condena a ser parte de los que peor afrontan las penurias que significa tener que enfrentar este momento de la humanidad.

Desde ya estamos en un país que venía con las defensas bajas. Pensábamos en la Argentina que hoy íbamos a estar mirando la pandemia como un recuerdo del pasado, un mal recuerdo, y sin embargo vino la segunda ola, la tercera y estamos todavía en este laberinto. Esperamos salir con las vacunas, pero necesitamos recomponer la economía del país, necesitamos imperiosamente reactivar la capacidad de consumo. 

El funcionamiento de la economía en la Argentina depende 64% del consumo interno, esta historia de que nos vamos a salvar exportando soja y que nos vamos a salvar exportando ‘commodities’ es para una minoría del país. El 64% de la Argentina, la creación de empleo, el consumo, la recaudación del Estado, todo lo que tiene que ver con una economía en funcionamiento es consumo interno, si no hay consumo interno no tenemos salida y eso es lo que hay que restituir. Por eso necesitamos generar empleo, por eso nosotros creemos que el Estado nacional tiene que proponerse la generación de un gran programa que permita crear empleo, pero no crear empleo con esas dosis homeopáticas de los programas de generación de empleo que finalmente no mueven la aguja, necesitamos un shock de generación de empleo. Necesitamos un millón, dos millones de empleos generados desde la iniciativa del sector público con los recursos del sector público, destinar dos puntos del Producto Bruto Interno para eso y necesitamos recomponer la capacidad de consumo en los sectores populares. 

No hay otra posibilidad de salida, por eso el salario universal es una buena medida que nosotros la propusimos históricamente. Ahora tenemos la mitad de la fuerza laboral subocupada o con trabajos precarios, No hay posibilidad de sostener nada en un país que no resuelve ese problema, y creo que ese es el objetivo prioritario que tenemos que plantear. 

La crisis que va a generar la pandemia no la puede terminar resolviendo ningún gobierno y menos un gobierno que quiere tener políticas populares sobre las espaldas de los que menos tienen, por eso creo que hace falta replantear muchas cosas. Aun reconociendo todo el esfuerzo que ha hecho el Gobierno de la Argentina, recientemente la Confederación Sindical Internacional lo reconoció incluso como uno de los cuatro o cinco gobiernos del mundo que más han hecho para sostener el empleo, para resguardar, para ponerle un paraguas a los que menos tienen. Pero está claro que es tan profunda la crisis que esas políticas hoy corren el riesgo de quedarse cortas, y creo que tenemos que buscar la salida por el lado de la recomposición de la capacidad de consumo de los que hoy están subsistiendo, respirando cada tanto que pueden sacar la cabeza debajo del agua. 

Hoy tenemos la mitad de los trabajadores en esas condiciones. Pensemos que este beneficio es importante, la devolución de ganancias que se va a hacer en cinco meses beneficia a un 20% de los trabajadores. El 70% de los trabajadores si en sus hogares hubiera un solo empleo vivirían debajo de la línea de la pobreza. No viven debajo de la pobreza porque en la mayoría de los hogares trabaja el hombre y la mujer, pero aun así tenemos un 60 por ciento de trabajadores ganando salarios por debajo de la línea de la pobreza, de manera tal que creo que ese sería el problema a resolver.