Luciano Galup, consultor en comunicación política y medios sociales, analiza cómo se tejen las relaciones solidarias en las redes sociales y explica el alcance de la comunicación política para ganar elecciones. “La pandemia generó las condiciones para discutir una presencia estatal más potente en términos de regular algunas actividades, distribución de la salud y cuestiones económicas”, explica.
Tenemos la sensación de que la idea de solidaridad ha recuperado espacio en el discurso público. También entendemos que esto no es un concepto unívoco desde su interpretación. ¿Compartís esta percepción? ¿Cómo analizás la circulación social de esta idea?
La palabra o la idea de solidaridad viene de antes, de todo un mundo oenegista vinculado a causas solidarias y demás, que puede haber tenido alguna especie de revitalización en el marco de la crisis desencadenada por el COVID y por la pandemia. Es más novedosa la recuperación de cierta idea de un Estado de cuidados o un Estado que cuida, que la idea de solidaridad. No necesariamente están separadas pero me parece que es más novedoso.
También creo que cualquier definición, en términos de crisis, no es estable. No hay muchas posibilidades de analizar cambios en estos momentos porque casi todo está atado a cómo se desenvuelva la crisis tanto sanitaria como económica que la acompaña. En este sentido me parece que ya hemos incluso atravesado muchas etapas dentro de esta crisis. Hubo un primer momento en que los Estados parecían haber recuperado cierta iniciativa, cierto poder, cierta capacidad de imponer nuevamente cierto orden más justo, más equitativo, más de cuidados, y al mismo tiempo vemos cómo eso después se empezó a retraer y empezó a crecer cierto discurso inconformista en relación a las cuarentenas y a la presencia estatal en la vida de los ciudadanos y ciudadanas.
Me parece que es difícil asumir que alguna de estas características como la de la solidaridad o algunas otras pueden o no perdurar en el tiempo, porque en el medio de una crisis con ciudadanos y ciudadanas muy asustados en términos de salud pública, en términos de sus economías personales, pueden surgir expresiones contradictorias que compitan entre sí, que disputen entre sí, y no se sabe muy bien para dónde va la dinámica de lo político.
Uno de los lugares donde vemos un desplazamiento es en el Estado o en la comunicación del Gobierno. La idea de solidaridad va corriendo paulatinamente a la idea de mérito y se plantea una perspectiva distinta de la política pública. ¿Qué significación o valor posee? Aún si fuera una modificación estrictamente discursiva ¿Qué impacto social tendría?
Efectivamente vemos un corrimiento sin dudas en relación a la etapa Argentina 2015-2019, pero también en relación a algunas discusiones que se venían dando en el continente. Vemos un corrimiento del rol del Estado o el papel que el Estado juega en la sociedad, o la imagen que la sociedad tiene de los Estados. Vemos un Estado que recupera ciertas palabras como cuidado, como solidaridad, la idea de no dejar a nadie afuera en términos de protección de la salud.
Para mí uno de los principales problemas de eso tiene que ver con los límites que se pueden encontrar en el marco de una crisis muy profunda en términos de salud, en términos económicos y sociales, incluso hasta personales, por el desgaste que conlleva una situación inédita en la generación que estamos viviendo, que es estar dos, tres meses encerrados. Países que vuelven a abrir la posibilidad de que sus ciudadanos y sus ciudadanas salgan de sus cuarentenas y que luego tienen que volver a cerrar porque el virus vuelve a aparecer. Con lo cual hay una dinámica bastante compleja que impide ver si eso es algo permanente o si va a ir mutando.
Pero sí, efectivamente Argentina había hecho un cambio sin duda a partir de diciembre de 2019 en relación al espacio político-ideológico que iba a gobernar, y la pandemia generó las condiciones como para empezar a discutir una presencia estatal más potente en términos de regular algunas actividades. En una presencia más activa en cierta distribución de la salud, de cuestiones económicas. La posibilidad de discutir impuestos a la riqueza es me parece un signo de los tiempos. Y que el FMI sea quien dice hay que pensar en discutir impuestos a la riqueza o que el FMI sea quien dice tienen que gastar, gastar y gastar, porque de esta crisis se sale con gasto público, me parece que sí es una señal de estos tiempos.
El problema frente a eso es que al comenzar esta pandemia había espacios de derecha y ultraderecha muy organizados, muy concentrados y con niveles de discusión bastante potentes, con lo cual lo que termina sucediendo es que se profundiza o se agudiza esa polarización, esa grieta, que varios países venían teniendo. Argentina está entre ellos, con niveles de intensidad menores a los brasileños o a los de Estados Unidos pero sin duda también con una fuerte polarización política. Y me parece que esa dinámica se va a ir acrecentando en el futuro inmediato.
Uno de tus campos de análisis son las redes sociales. ¿Hay prácticas solidarias en las redes sociales? ¿El ejercicio solidario en las redes se limita a caridad, búsqueda de fondos o colectas?
Las redes sociales sin dudas son espacios de nuevas solidaridades, lo que no quiere decir asociarlo a la idea de solidaridad que instaló el neoliberalismo como práctica política, que es lo que les decía antes con esta idea de solidaridad entendida como solidaridad oenegistica o de tiempo libre. Una solidaridad en la que donás cosas o tiempo que te sobra. Las redes son distintas en esa dinámica, si bien obviamente son parte de la discusión y de los discursos sociales, y esos discursos están. Pero lo que sucede en las redes es que se generan nuevos tipos de solidaridades a partir de compartir experiencias novedosas y compartir problemáticas similares o comunes desde distintos grupos o espacios sociales.
Las redes permiten articular esas demandas o esas necesidades de expresión y de participación política y articular esas demandas permite tejer esas nuevas solidaridades. Me parece que un ejemplo típico, que ya vengo diciendo hace mucho pero sigue siendo para mí el ejemplo más típico de ese tipo de articulación de nuevas solidaridades, es todo lo que sucede alrededor del Movimiento Ni Una Menos y del feminismo. Son las redes quienes posibilitan o quienes dan mayor potencia a ese tipo de articulaciones políticas.
Hay un uso del concepto de solidaridad de las redes asociado a lo superfluo o las imágenes, sin profundizar en los debates de la solidaridad como parte de un sistema socialmente más justo. Pareciera que el componente de lo solidario se ejerce a los efectos de completar un perfil público por parte de figuras cuyas prácticas habituales poco tienen que ver con el debate social o la construcción de una sociedad más equitativa. ¿Compartís esta percepción?
Efectivamente las redes sociales son espacios de construcción de marcas personales. Cada perfil, cada usuario, es la imagen pública de sí mismo. Y eso aplica tanto para quienes viven de su imagen como son artistas, famosos, personas que viven de la circulación pública de su imagen, como también heredado al resto de los usuarios, porque las redes les imponen una narrativa de autopromoción y autopublicidad. Con lo cual, sin dudas, en términos de pensar esos espacios como de promoción individual y personal, cualquier estrategia vinculada a esas vetas más solidarias o puestas de moda, de nuevo, en tiempos de neoliberalismo, esta solidaridad entendida como donar lo que me sobra, donar un poquito de tiempo, ropa, algo de lo que no uso o no necesito, es parte de una construcción de marca y aparece como algo a mostrar en los perfiles sociales.
Más allá de eso, no son sólo esos los discursos que aparecen en términos de solidaridad en las redes. También hay una solidaridad diría más de vecinos digitales, una solidaridad de: “Che, se me perdió tal cosa” o “¿alguien conoce tal tipo de solución a este problema que tengo?”. Hay una especie de vecindad digital que también se recrea producto de venir heredada de prácticas culturales de mucho tiempo. Lo cierto es que no son las redes las que generan eso o las que inventan ese tipo de usos o de prácticas. Las redes son una forma en la cual los ciudadanos y ciudadanas participan del debate público pero con prácticas culturales heredadas o que vienen de otros lugares o de otros tiempos.
La presencia de esta idea al sacarme una foto mostrando que soy solidario no solo es producto de la existencia de las redes sociales, sino que es producto de una fuerte impronta de despolitización del mundo y de canalizar la participación no en participaciones políticas, no en participaciones transformadoras, sino en participaciones que sostengan el statu quo intentando hacerlo un poquito más amable para los excluidos. Creo que una de las cosas que entran en crisis o en conflicto -y por eso los Trump, los Bolsonaro, por eso los populismos- es precisamente esa idea de mantener un statu quo dando lo que nos sobra para que aquellos que están en los márgenes o excluidos tengan una vida un poquito mejor.
Entiendo que gran parte de esos sujetos que estuvieron mucho tiempo excluidos o en los márgenes son hoy quienes forman parte de esta necesidad de expresar su bronca, su ira, su frustración, y son quienes hoy están participando de experiencias políticas complejas, difíciles, por momentos bastante vinculadas a movimientos fascistas, pero que son quienes mejor están interpretando la necesidad de toda esta población que durante mucho tiempo tuvo que acostumbrarse a vivir de esta idea de solidaridad neoliberal. Son quienes hoy quienes logran dar cuenta de que todo ese conjunto de personas está necesitando de alguna forma patear el tablero y tiene ganas de patear el status quo.
¿Qué prácticas solidarias vinculadas a las redes o a la comunicación identificás como más interesantes?
Las organizaciones o formas de organización más interesantes en términos solidarios son las que se piensan políticas, que se piensan transformadoras en términos de una participación política. No le presto mucha atención a otras formas de solidaridad que no adquieran esas características.
La experiencia feminista es muy de destacar en términos del rol que tienen las redes en su dinámica. También hay un montón de experiencias vinculadas a participaciones juveniles en causas ecológicas, de cuestiones de empleo, de protestas en relación a ciertas resistencias a estos nuevos espacios políticos de derecha y de extrema derecha como lo que se vio a partir de la victoria de Trump en EEUU en los meses siguientes con muchas protestas en las calles sobre todo en Nueva York.
Todo ese tipo de organización surge y nace al calor de la capacidad de convocatoria de las redes sociales. Obviamente tienen limitaciones propias de las organizaciones políticas de esta era, como la incapacidad, probablemente, de encontrar formas más estructurales de sostenerse o pensarse en el tiempo. Esto excede en mucho el rol que pueden tener las redes, pero sí me parece que hay formas de articular o de pensar nuevas formas de participación política que las redes habilitan y potencian bastante.
La comunicación política tiene un rol particular en el marco de las redes sociales y el espectro digital, desde la construcción de un sentido hasta la construcción de comunidades que abonen a su construcción. ¿Esa responsabilidad conlleva también la necesidad de un estímulo de las prácticas solidarias, o alguna interpelación solidaria en el marco de las políticas públicas?
La comunicación política básicamente es la política comunicada, la política hablada, con lo cual las responsabilidades que tiene son heredadas de las decisiones o de las acciones políticas. En ese sentido, como una primera definición más superficial, sí, sin dudas la comunicación política necesita desarrollar estrategias que comuniquen a partir de conceptos solidarios, sobre todo porque las lógicas comunitarias en redes sociales implican la necesidad de que alguien participe en la distribución de tu contenido. Si generás un contenido, ese contenido necesita sí o sí que sean otros ciudadanos y ciudadanas quienes lo toman, lo agarran, lo distribuyen, lo reparten, lo comentan, lo reconstruyen y lo vuelven a compartir, con lo cual una primera idea de solidaridad es una solidaridad con el contenido. Necesitás efectivamente una solidaridad con el contenido que estás generando para lograr que tenga mayores niveles de alcance. Ese es un concepto de solidaridad bastante restringido.
Con relación al concepto de solidaridad como proyecto de sociedad, no es responsabilidad de las estrategias de comunicación política, sino que es responsabilidad de las estrategias políticas que llevan adelante las políticas públicas. Obviamente es deseable una sociedad mucho más solidaria, mucho más inclusiva, pero no hay forma de construir eso desde una estrategia de comunicación. En todo caso lo que puede llegar a suceder es que una estrategia de comunicación intente construir una narrativa alrededor de eso, pero para eso se necesitan políticas que comunicar, y si las políticas para comunicar no van rumbo a la construcción de una sociedad más equitativa, más inclusiva, más igualitaria y solidaria no va a suceder por más buena voluntad que se ponga desde cómo pensar la comunicación de un Gobierno.
Es errada esa idea de que los problemas de los Gobiernos son problemas de comunicación. Los problemas de los Gobiernos son problemas políticos que se trasladan a su comunicación, y la capacidad de transformar de la política es una capacidad de transformar de la política desde las políticas públicas y no desde las narrativas que construye la comunicación de Gobierno. Ese tipo de errores a la hora de pensar para qué se utiliza o cuál es la función de la comunicación política lleva a gobiernos a pensar que van a ganar las elecciones y después perderlas por una gran diferencia o estrategias equivocadas como la de Cambiemos en el año pasado.
Entonces en ese sentido me parece que sí, efectivamente es deseable la construcción de una sociedad mucho más solidaria, más equitativa e igualitaria, pero no forma parte de la capacidad de pensar una estrategia de comunicación de gobierno sin que la política acompañe. Ahora, referido específicamente a una idea de solidaridad con la conversación comunitaria en redes, sí, efectivamente las redes implican la necesidad de interactuar con otros usuarios y usuarias, de tejer vínculos solidarios, comunitarios, para poder hacer que las estrategias de comunicación sean efectivas.
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