Joaquín Etorena, Coordinador del proyecto Alianza para la Acción hacia una Economía Verde de la OIT, analiza las iniciativas para fomentar el empleo verde y advierte sobre las dificultades para avanzar en esa agenda producto de las crisis globales que afectan a las transiciones hacia economías más sustentables.
Por Emiliano Bisaro y Santiago Fernández Galeano
¿En qué consiste la Alianza para la Acción hacia una Economía Verde? ¿Qué es el proyecto PAGE?
La Acción hacia una Economía Verde, PAGE por su sigla en inglés -Partnership for Action on Green Economy- es una alianza entre gobiernos y cinco agencias de Naciones Unidas, que busca afianzar compromisos conjuntos y generar políticas públicas vinculadas a la transición justa y el empleo verde. Se trata de un proyecto que apunta a inspirar y habilitar políticas orientadas al desarrollo estrategias y capacidades de personas decisoras. PAGE es un proyecto que surge luego de “Río + 20”, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. En esta cumbre se empieza a hablar del empleo verde para renovar el entusiasmo por los compromisos con la agenda ambiental. Vale aclarar que por esos años aún no estaban planteados los Objetivos para el Desarrollo Sostenible. Se comienza así a dar importancia al vínculo de la agenda ambiental con el trabajo y la generación de empleo. Esta idea no fue adherida por todos los países. Argentina fue muy crítica porque consideraba que algunos compromisos iban en contra de la agenda del desarrollo de los países que todavía deben desarrollarse. Por eso, sostuvieron la idea de “sostenibilidad”. La Alianza para la acción hacia una economía verde, se forma entonces como una iniciativa programática, con base en 5 agencias: la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación (UNITAR). Cada país puede adherir. Argentina se sumó desde el año 2019. Las agencias se encuentran lideradas por la OIT lo que le da una impronta muy fuerte sobre el mundo del trabajo y el tripartismo. A su vez, las contrapartes en Argentina son los Ministerios de Ambiente, de Trabajo y de Economía.
¿Cómo evalúas los procesos de descarbonización a nivel general?
Está claro que no alcanza con lo realizado. Los recursos no han sido movilizados en la dimensión que se necesita. Esto es lo que viene sucediendo. Asociado a ello, y es lo que se vio en Egipto, en el mundo se está discutiendo quién se va a quedar con el empleo. Esa complejidad impacta también en la agenda del cambio climático. Se puede ver a empresas que habían llevado sus filiales a lugares de mano de obra barata y ahora nuevamente las están trayendo a sus lugares de origen porque la tecnología les habilita ser igualmente productivas y mantener los márgenes de ganancia. El mundo está teniendo este tipo de discusiones que son muy serias y que llevan a crisis políticas y democráticas muy fuertes. Así, se configuran múltiples crisis (económicas, política, ambiental, social, política) que irradian e impactan en el discurso sobre el cambio climático. Es en este marco que cobra fuerza el debate sobre la transición justa, los empleos, y la búsqueda de soluciones a la calidad de vida de las personas. Inevitablemente hay tensiones, y estas se deben resolver en favor de instrumentos, herramientas, programas y proyectos que den respuesta al trabajo, a la producción, y donde el cambio climático y la sostenibilidad sean impulsos hacia la búsqueda de las soluciones. En la conferencia de la OIT que se dará próximamente la cuestión de la Transición Justa va a tener un lugar muy importante. Esto es un gran avance. Esta situación se expresó en la última COP de Egipto. Los temas del trabajo, empleo y producción, tienen cada vez más centralidad, y son atravesados por la crisis energética que estamos viviendo. También estamos viendo cómo los planes de descarbonización y desnuclearización, que estaban muy fuertes en Europa, se encuentran fuertemente debilitados luego de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania.En este marco nos planteamos cómo debemos insertarnos los países latinoamericanos. Es decir, nos insertamos exportando commodities o con algún tipo de desarrollo industrial vinculado a la transición energética. Lo que nosotros diríamos inmediatamente es que deberíamos insertarnos con un desarrollo industrial propio. Lo que no es fácil de comprender por todos los impactos que eso tiene. Es decir, la transición y el desarrollo tienen costos que deben ser evaluados en toda su complejidad.
¿Cómo definirías el concepto de transición justa?
El concepto de transición justa en realidad se acuña en Estados Unidos, en una discusión que tiene que ver con la transición energética. En la Unión Europea se trabaja sobre las cuencas carboníferas y las industrias que tienen que modificar su matriz energética, con un fondo de financiamiento muy potente para apoyar y acompañar estas transiciones. También existe un enfoque más amplio sobre la transición justa, admitido por la OIT, que no se limita a la cuestión energética. Nosotros trabajamos la transición justa pensando en todos los sectores que se transforman hacia una producción baja en carbono o en aquellos que tienden a perder fortaleza en el marco de las transiciones. Nuestra preocupación es que las transiciones sean además de verdes, justas. La transición justa para OIT tiene principios orientativos que son maximizar la creación de empleos en sectores verdes, minimizar la destrucción de empleos en sectores que se van transformando y acompañar ese cambio de habilidades profesionales y las políticas activas hacia el mercado laboral. Nosotros, inicialmente, intentamos impulsar un diálogo social sobre la transición justa en Argentina y propusimos como temas el litio, la minería, las energías marrones (petróleo y gas), etc. Hubo sectores que nos propusieron, sin minimizar los temas sugeridos, que debíamos avanzar en el debate de la generación de empleo en la post pandemia y la perspectiva de transición justa en la construcción y la industria automotriz. No obstante, minería y energías deben ser abordadas. Debemos discutir los excedentes de esas actividades, la participación de la comunidad y las organizaciones de trabajadores, los impactos tecnológicos, etc. Ahora, también sucede que existe una opinión pública cada vez más consciente de la agenda ambiental, y que comienza a estar en tensión con los sindicatos (que siempre fue un aliado en estos temas) que pelean por los empleos. Eso es algo que sucedió recientemente en Mar del Plata o en las cuencas petroleras y mineras. No es un problema fácil de resolver. Por eso tiene que haber para un programa de transición justa, plazos, fondos y diálogo social. El diálogo social tripartido va a ser siempre el elemento central, aún con tensiones.
¿cómo vinculás la transición justa con los trabajadores del Estado?
Estaría bueno pensar en algún esquema con participación de los sindicatos que promueva la capacitación en estos temas de transición justa y empleo verde. Acciones como el reciclaje, deberían comenzar a pensarlas estructuralmente, en todas las obras que se hagan en la Administración Pública.